Una efeméride. Una canción. Y la historia que las conecta. Cada día. Desde el 1 de enero hasta el 31 de diciembre.

NOTHING ELSE MATTERS
Metallica

Roald Amundsen llega al Polo Sur (1911)

El S.XX arrancó con sólo una bandera pendiente de clavar en el mapa de las conquistas expedicionarias: el Polo Sur. Hacía más de medio siglo que la Antártida era el objetivo más anhelado de los descubridores y la carrera por ser el primero en llegar al punto geográfico más meridional del planeta se convirtió en uno de los grandes desafíos científicos y patrióticos del momento.

El primero que lo intentó fue el irlandés Ernest Shackelton en 1908, pero las graves complicaciones que sufrió su expedición le obligaron a dar media vuelta a poco menos de 200 kilómetros del objetivo. La épica travesía de Shakelton y sus hombres demostró que la hazaña era posible y dejó el camino abierto para el asalto final. El testigo lo recogerían tres años más tarde el británico Robert Falcon Scott y el noruego Roald Amundsen cuando en octubre de 1911 partieron rumbo al Polo Sur. Cada uno de ellos lo hizo siguiendo una ruta diferente y con equipamientos dispares. El primero iba básicamente con trineos a motor y potros siberianos, una elección que no le favoreció en absoluto. Los trineos se le estropearon y los animales se le murieron, así que Scott y sus hombres tuvieron que hacer parte del trayecto a pie. Amundsen en cambio optó por viajar sólo con trineos tirados por perros esquimales, más resistentes al entorno y que, sin tantos escrúpulos como su rival, se convertían en alimento a medida que se morían.

En un viaje bastante más apacible que el de Scott, el 14 de diciembre la expedición de Amundsen llegó a su objetivo, plantó la bandera noruega y volvió sin incidentes. Se convertía así en el primer hombre que ponía los pies en el Polo Sur. Scott lo alcanzaría un mes más tarde, el 18 de enero. Pero en el viaje de vuelta él y sus hombres fueron arrollados por una tormenta de nieve y sus cuerpos no fueron encontrados hasta después de diez meses, a 600 kilómetros del campamento base.

Desde aquella conquista histórica del punto más remoto del globo terráqueo, la Antártida se ha convertido en el espacio ideal para investigadores de todo el mundo que han encontrado en este entorno deshabitado un laboratorio perfecto. Actualmente hay más de sesenta estaciones científicas de una veintena de países, en las que viven aproximadamente 4.000 personas en verano y cerca de un millar en invierno. La vida en este continente helado transcurre al compás del estudio y la investigación. Pero el 8 de diciembre de 2013 sus científicos y residentes pudieron vivir un momento muy especial que, durante una hora y media, les alteró la agenda habitual: un concierto de Metallica.

El evento formaba parte de una campaña de marketing de Coca-Cola Zero vinculada a la concienciación ambiental y convirtió a Metallica en la única banda de la historia que ha tocado en todos los continentes. Se organizó en las inmediaciones de la base científica argentina Carlini, siguiendo los estrictos procedimientos establecidos por la Dirección Nacional Antártica (DNA) y de acuerdo con las pautas del Protocolo de Protección Antártica. Para hacerlo posible, se montó una enorme cúpula geodésica transparente como espacio para el concierto y se instalaron cuatro grandes paneles solares para alimentar el generador de la base. Pero aparte de todas estas medidas, con el fin de preservar también el entorno de la agresión acústica, James Hetfield, Lars Ulrich, Kirk Hammet y Robert Trujillo tocaron sin amplificación para el poco más de un centenar de personas que tuvieron el privilegio de compartir este espacio con la banda. Todos ellos tuvieron que seguir la actuación a través de la transmisión que les hacían a través de auriculares ya que, sin ellos, el único instrumento que se podía escuchar era la batería.

Para el setlist de esta actuación tan especial Metallica eligió una selección de diez de sus canciones más exitosas. El thrash metal de temas como Sad But True, Enter Sandman o Master of Puppets fue el protagonista dentro de aquel singular auditorio, pero también hubo un momento para recordar una de sus grandes baladas: Nothing Else Matters. Este tema, presentado en 1992 como uno de los sencillos del quinto álbum de Metallica y que fue bautizado con el mismo nombre de la banda, es un tema muy especial para James Hetfield, ya que su título está inspirado en las últimas palabras que dijo su abuelo antes de morir: «nothing else matters» (nada más importa). Las primeras notas de su famosa intro las compuso casi de casualidad mientras hablaba por teléfono. Con una mano sostenía el auricular y con la otra comenzó a tocar al aire las cuerdas de la guitarra que tenía en el regazo. Y así, lo que empezó casi como una acción inconsciente terminó convirtiéndose en uno de los arpegios más reconocidos de la historia del rock.

Nothing Else Matters es uno de los temas que nunca falta en un concierto de Metallica, aunque cuando la interpretan en directo a menudo varían su estructura y la preceden de una intro de Kirk Hammet. Así es como la tocaron en aquella actuación antártica de 2013, haciendo enloquecer a los privilegiados asistentes que, con los auriculares bien colocados, pudieron poder corearla a pocos metros de distancia de sus ídolos.

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