Una efeméride. Una canción. Y la historia que las conecta. Cada día. Desde el 1 de enero hasta el 31 de diciembre.

GRAN TORINO
Jamie Cullum

Se funda la Ford Motor Company (1903)

El 16 de junio de 1903, en una antigua fábrica de vagones de tren de Detroit, John S. Gray y Henry Ford ponían en marcha la Ford Motor Company, una de las primeras empresas automovilísticas americanas. Empezaron con una inversión inicial de 28.000 dólares y en menos de un mes vendieron su primer automóvil: un Modelo A valorado en 750 dólares, equipado con una transmisión de dos velocidades (una de avance y otra de retroceso) y que alcanzaba una velocidad máxima de 30km/h. Desde entonces, Ford ha fabricado cientos de millones de coches, incorporando las innovaciones mecánicas y adaptando el diseño de las carrocerías a las necesidades de cada momento.

Tras bautizar sus primeros modelos con casi todas las letras del abecedario (aunque no todos se llegaron a comercializar), a partir de los años 30 en Ford comenzaron a identificar sus nuevos coches con nombres más elaborados, algunos de los cuales se han convertido en clásicos y piezas muy apreciadas por los coleccionistas. Empezaron con los Mercury, más tarde vinieron los Eifel, después los Anglia, los Falcon, los Mustang, los Consul y, a finales de los sesenta, los Torino.

Y es precisamente un modelo de esta gama, un Gran Torino del 72, el que inspiró la película Gran Torino que dirigió y protagonizó Clint Eastwood en 2008. Era un coche de líneas agresivas, equipado con un motor ideado para ahorrar consumo y con detalles de tiempos pasados, que los expertos automovilísticos han destacado como un tipo de coche pensado para resistir los cambios y el paso del tiempo. Un planteamiento que encaja a la perfección con Walt Kowalski, el personaje que interpreta Eastwood en el film: un amargado veterano de guerra cargado de prejuicios y reacio a aceptar la alteración de su vida cotidana provocada por las transformaciones sociales que vive su barrio.

En la película, el Gran Torino simboliza la voluntad de Kowalski de mantenerse anclado al pasado y defender su reticencia al cambio. El protagonista había trabajado en la planta Ford de Detroit ensamblando la columna de dirección de este modelo y por eso cuida como su propiedad más valiosa el ejemplar que conserva desde entonces. Cuentan que el cineasta le cogió tanto cariño al automóvil durante el rodaje, que una vez finalizado decidió comprarlo e incorporarlo a su colección personal.

Clint Eastwood ya tiene acostumbrado a su público a involucrarse al 100% cuando decide emprender un proyecto. En el caso de esta película, no sólo se puso al frente de la dirección y de la actuación, sino que compuso también el tema principal de la banda sonora: Gran Torino. Con lo único que no se atrevió es con la letra y la interpretación del tema, un aspecto que encargó al británico Jamie Cullum. Como explicó el jóven músico en un concierto en el Festival de Jazz de San Sebastián, Eastwood le tocó al piano las notas de la melodía que había creado mientras dirigía la película y le pidió que la convirtiera en la canción central del film. Cullum aceptó el encargo y terminó grabando la pieza final en la sala de estar de casa del director en sólo dos tomas. El resultado, fue un tema que consiguió una nominación a los Globos de Oro de aquel 2008 en la categoría de mejor canción.

 

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