Una efeméride. Una canción. Y la historia que las conecta. Cada día. Desde el 1 de enero hasta el 31 de diciembre.

BRAIN DAMAGE / ECLIPSE
Pink Floyd

Nace Emile Berliner, inventor del gramófono (1851)

Emile Berliner fue un inventor germano-estadounidense de origen judío a quien debemos la creación del gramófono y los precursores de los discos de vinilo. Berliner experimentó con diferentes métodos de grabación y reproducción de sonido hasta que en 1887 consiguió patentar un aparato que era capaz de grabar audios en un disco de zinc. Una vez pudo mecanizar y producir en serie el invento, fundó The Berliner Gramophone Company, una empresa dedicada a la producción de gramófonos. En poco tiempo, abrió filiales en Washington, Philadelphia, Nueva York y Londres, siendo esta la primera que inauguraba fuera del continente americano. Gramophone Company, que es el nombre con el que operaba esta sucursal británica, y que a parte de producir aparatos también realizaba grabaciones, tuvo un crecimiento muy rápido y pronto se convirtió en uno de los motores de la aparición de una nueva industria: la discográfica. En 1905, la compañía ya había realizado más de 10.000 grabaciones sonoras con la participación de los cantantes de ópera referentes del momento.

Durante las dos primeras décadas del S.XX, la compañía no paró de crecer. Y en 1929, convertida en Electrical and Musical Industries (EMI) tras la fusión con Columbia Records, compró por 100.000 libras el edificio situado en el número 3 de la calle Abbey Road y lo transformó en uno de los primeros estudios de grabación del mundo. La historia de estas míticas instalaciones ha quedado para siempre asociada a los Beatles, que no sólo los utilizaron para grabar prácticamente toda su discografía, sino que los inmortalizaron en el título de uno de sus álbumes. Pero los estudios Abbey Road han sido también clave en la historia de muchos otros grandes grupos, entre ellos Pink Floyd, que los eligieron para grabar The Dark Side of the Moon, el trabajo que los consolidaría como banda referente de los setenta y que ha sido considerado como uno de los mejores discos de todos los tiempos.

En junio de 1972, después de unos meses de gira por los Estados Unidos, los integrantes de Pink Floyd volvieron a Londres para grabar su octavo álbum. Entre concierto y concierto, Waters había escrito algunas canciones para este nuevo trabajo y entre ellas había una dedicada a su amigo y fundador de la banda Syd Barret, que en aquellos momentos estaba pasando por un momento complicado a causa del abuso de drogas y los problemas mentales que sufría. Había titulado el tema ‘The Dark Side of the Moon’ y fue uno de los primeros en los que empezó a trabajar con David Gilmour, Richard Wright y Nick Mason cuando decidieron empezar a dar forma al nuevo disco. Finalmente el tema se editó como Brain Damage y el nombre con el que Waters lo había bautizado originalmente es el que se terminó eligiendo como título del álbum, que se publicó en marzo de 1973 después de medio año intenso de trabajo en los Abbey Road Studios, con Alan Parsons como ingeniero de sonido.

El icónico estudio y su vinculación con el cuarteto de Liverpool tuvieron un papel muy importante en este álbum de Pink Floyd. La semejanza de la melodía que encabeza la versión final de Brain Damage con el arpegio de guitarra acústica de Dear Prudence, grabada por los Beatles en ese mismo estudio cinco años antes, es un primer punto de conexión entre las dos bandas a través de las salas de grabación de Abbey Road Studios. Pero esta referencia está presente en todo The Dark side of the Moon, ya que la mayor parte del disco se grabó sobre una cinta en la que los Beatles habían grabado las canciones de Help. De hecho, hay quien dice que si uno se fija bien, al final de Eclipse, el tema que casi se empalma con Brain Damage, se puede sentir de fondo algo de Ticket to Ride. Curiosamente, la frase final de esta canción y que es la que cierra el álbum, «There is no dark side of the moon really, in fact, it’s all dark» (No existe un lado oscuro de la luna, en realidad, toda ella es oscura) no es de ninguno de los componentes de Pink Floyd, sino que los músicos explicaron que fue un comentario que les hizo el portero de los estudios. Les pareció una expresión tan oportuna en el marco conceptual que estaban desarrollando, que decidieron incluirla como cierre del disco.

Así pues, más allá de la participación técnica en la grabación de The Dark Side of the Moon, los Abbey Road Studios impregnaron de su espíritu este álbum Pink Floyd. Durante décadas, han sido el estudio de referencia de grandes músicos y de sus salas de grabación han salido algunos de los trabajos discográficos más aclamados. Pero el 17 de febrero de 2010, EMI anunció su intención de venderlos para reconvertirlos en un complejo residencial para poder hacer frente a la deuda de más de 30 millones de libras que arrastraba la compañía. La movilización que causó la noticia entre diferentes colectivos, provocó que el gobierno británico declarara el edificio como monumento histórico, impidiendo así su demolición y dejando de pie un edificio las paredes del cual son una pieza importantísima de la historia de la música.

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