Una efeméride. Una canción. Y la historia que las conecta. Cada día. Desde el 1 de enero hasta el 31 de diciembre.

SUNNY
Bobby Hebb

Se produce el asesinato de John Fitzgerald Kennedy (1963)

El 23 de noviembre de 1963 la noticia del asesinato del presidente Kennedy en Dallas conmocionaba millones de ciudadanos de Estados Unidos. Para Bobby Hebb, un cantante negro de Tennessee que en plena lucha por los derechos civiles veía en el joven presidente estadounidense una esperanza de cambio, la muerte de JFK supuso un golpe doblemente fuerte. Y es que el impacto que le provocó aquel magnicidio y todo lo que implicaba no hizo más agravarse cuando el día siguiente su hermano apareció muerto a cuchilladas delante de la puerta de un local de Nashville. Devastado por aquella doble tragedia, Hebb se refugió en la música y, casi de forma terapéutica, escribió Sunny, una canción con la que intentaba redimir su pena y alejar los malos espíritus. El tema lo acompañó durante un tiempo como mantra personal. Pero cuando tres años más tarde entró en un estudio de Nueva York para grabar su primer trabajo discográfico, decidió que aquella pieza, no sólo sería la que cerraría el álbum sino que sería la que le daría nombre.

El productor con quien Hebb trabajó en aquel disco de debut vio rápidamente el potencial de Sunny y decidió usarla como carta de presentación del músico. Su mensaje positivo sin artificios, radiante de sinceridad y rebosante de humanidad contenía los elementos de las mejores composiciones del soul y, como ellas, poseía el don de ensanchar el alma de todo el mundo que la escuchaba. No es de extrañar pues que se convirtiera en uno de los grandes éxitos de aquella segunda mitad de los sesenta y, con el tiempo, en una de las canciones más versionadas de la historia, con interpretaciones de estilos tan diferentes como las que grabaron ese mismo año Marvin Gaye o Frank Sinatra acompañado por la orquestra de Duke Ellington, Cher en 1968, James Brown en 1969 o Boney M. en 1976.

El año de su lanzamiento, Sunny se convirtió en el tema del momento, convirtiendo a Bobby Hebb en uno de los nuevos artistas de referencia. Esta fama hizo que incluso lo eligieran para formar parte del grupo de teloneros que acompañó a los Beatles ese verano en la que sería su última gira por Estados Unidos. Pero la fama que Hebb logró gracias a la canción fue tan fulgurante como efímera. Tras Sunny continuó componiendo pero no fue capaz de hacer ningún otro tema que llegara a tener la misma repercusión y, poco a poco, la prometedora carrera de aquel músico hijo de un matrimonio ciego que le enseñó a tocar la guitarra, se fue apagando y su nombre cayó en el olvido mientras el título de su canción más célebre seguía en la mente de todos gracias a las múltiples versiones que se iban haciendo. En el año 2000 la organización de derechos de autor de los Estados Unidos situó Sunny en la posición 25 de las 100 canciones más divulgadas de la historia. Diez año más tarde, su autor moría de un cáncer de pulmón sin que la mayoría de los millones de personas que han escuchado Sunny lo largo del último medio siglo en cualquiera de sus versiones sepa el nombre de su verdadero autor.

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