BETTE DAVIS EYES
Kim Carnes
Se estrena la película 'La extraña pasajera' (1942)
Una habitación en penumbra con un gran ventanal abierto desde donde se ven los árboles de un jardín. A la derecha, Paul Henreid elegantemente vestido. Frente a él, con los ojos empañados de lágrimas, Bette Davis con el pelo perfectamente recogido. Ella se le acerca y le ofrece un cigarrillo de la caja que coge de una mesa auxiliar situada a la izquierda de la escena. Él coge dos y los enciende a la vez. Inmediatamente después, se saca uno de ellos de la boca y se lo da a ella que, sin dejar de mirarle fijamente da una calada. El humo espeso de ambos se cruza instantes después cerrando así una de las escenas más icónicas de La extraña pasajera (Now, Voyager en su título original en inglés).
La actuación de Bette Davis en esta película dirigida por Irving Rapper en 1942 contó con el elogio unánime de la crítica y le supuso una nominación al Oscar en la categoría de mejor actriz. El papel de la hija neurótica y no deseada de una madre dominante de avanzada edad que interpreta Davis en esta cinta le llegó cuando se encontraba en el ecuador de su carrera artística, siendo ya toda una estrella consolidada. Bette Davis tenía una personalidad muy fuerte que algunos calificaban de mal carácter y lejos del glamour que buscaban sus rivales de Hollywood, ella disfrutaba poniéndose en la piel de personajes complicados que las demás rechazaban.
Pero aparte del magnetismo que desprendía a través de la gran pantalla, Bette Davis siempre será recordada por un rasgo de su fisonomía: unos ojos penetrantes y ligeramente desorbitados. Y fue fijándose en esta mirada tan característica que le conferían aquellos ojos en las escenas de La extraña pasajera, que en 1975 la cantante estadounidense Jackie DeShannon decidió dedicarle una canción que tuvo claro que debía titularse Bette Davis Eyes (Los ojos de Bette Davis). Con la ayuda de la compositora Donna Weiss, DeShannon escribió una letra donde se hacía la descripción de una chica comparando atributos físicos y modos de ser de diferentes actrices, como los cabellos dorados de Jean Harlow, el aire tímido de Greta Garbo y … los ojos de Bette Davis. Pero ante la poca repercusión que tuvo el tema, al cabo de unos años DeShannon decidió tratar de darle una nueva oportunidad a su composición y envió la pieza a Kim Carnes proponiéndole que hiciera una nueva adaptación. Motivada por el reto, esta cantante californiana de voz ronca reinterpretó la pieza con su banda y los consejos del legendario productor Val Garay y entre todos consiguieron convertir a Bette Davis Eyes en un auténtico éxito comercial.
La versión de Kim Carnes llegó a las primeras posiciones de las listas americanas y durante todo ese año sonó a todas horas en las principales emisoras de radio. Cuando la popularidad del tema llegó a oídos de Bette Davis, que entonces superaba ya los setenta, la actriz escribió cartas a Carnes, DeShannon y Weiss para darles las gracias por haberle dedicado una canción. Y cuando al año siguiente el tema se llevó el Grammy a la canción del año, explican que la actriz les envió un ramo de rosas a cada una de ellas para reafirmarles su agradecimiento.