Una efeméride. Una canción. Y la historia que las conecta. Cada día. Desde el 1 de enero hasta el 31 de diciembre.

ONE
U2

Rosa Parks se niega a ceder el asiento a un hombre blanco en un autobús (1955)

Pocas veces un acto tan insignificante ha tenido unas consecuencias tan históricas como el que protagonizó Rosa Parks el primero de diciembre de 1955. Tenía 42 años y como cada día esta modista negra volvía a casa en un autobús urbano de Montgomery (Alabama). Lo hacía sentada en uno de los bancos designados expresamente como «de color» y que evidenciaban la segregación racial instaurada y totalmente normalizada que se vivía entonces en los Estados Unidos. Pero en un momento del trayecto la sección reservada «sólo para blancos» se llenó y el conductor movió el cartel que señalizaba la delimitación de asientos para crear nuevas plazas para los pasajeros blancos. Este cambio de distribución afectaba la fila donde estaba Parks y otras tres personas afroamericanas. Así que el conductor les pidió que se levantaran para ceder sus plazas y continuasen el viaje de pie, aplicando las leyes que regían el transporte público de la época y que especificaban cómo había que viajar: «los negros detrás; los blancos, delante, sin mezclarse. Si falta lugar para los blancos, los negros se levantan». Los otros tres pasajeros obedecieron pero ella se negó. Y ese gesto costó una multa de 14 dólares que también rechazó pagar, haciendo que acabara pasando una noche en prisión.

El incidente provocó la protesta de algunos miembros de la comunidad negra de la ciudad pero las autoridades no dieron más importancia al tema, pensando que no era más que una reacción puntual que no tendría más consecuencias. Pero la intensidad de las manifestaciones de rabia y denuncia de la injusticia fueron extendiéndose y dos meses más tarde ya habían causado la detención de más de un centenar de personas. El entonces poco conocido pastor bautista Martin Luther King fue quien lideró parte de las protestas, movilizando a los afroamericanos de Montgomery (que representaban el 40% del censo de esta población) a boicotear los autobuses de la ciudad. Después de 382 días de vehículos circulando prácticamente vacíos, la empresa que gestionaba el servicio entró en quiebra y la autoridad del transporte público se vio obligada a suprimir la segregación racial en este ámbito.

El pequeño acto de desobediencia de Rosa Parks conseguía así el primero de los triunfos que el Movimiento por los Derechos Civiles lograría la década siguiente y que finalmente terminó con la erradicación del racismo en las instituciones americanas. «Estaba harta de rendirme» escribiría Parks en su autobiografía después de toda una vida dedicada a la lucha por los derechos de los afroamericanos, tanto desde el activismo social como desde la oficina del representante afroamericano del Partido Demócrata John Conyers, donde trabajó desde 1965 hasta 1988. Los últimos años los pasó retirada en su apartamento de Detroit (Michigan), donde murió el 24 de octubre de 2005 a la edad de 92 años debido a una demencia progresiva.

La noticia de la muerte de Rosa Parks se produjo justo cuando la banda irlandesa U2 acababa de aterrizar en la ciudad para ofrecer dos conciertos en el marco de la gira americana de Vertigo Tour. Venían de tocar en Pittsburgh y tenían vendidas todas las localidades de los dos conciertos programados en el pabellón deportivo The Palace of Auburn Hills los días 24 y 25. Sensibilizados por aquella pérdida, en estas actuaciones la banda quiso tener un recuerdo para ella y todo lo que había supuesto su figura en la lucha por la igualdad. Y lo hizo con una de sus canciones más emblemáticas: One. Bono introdujo el tema dedicándoselo a quien consideraba «la madre del movimiento estadounidense por los Derechos Civiles» recordando que «gracias a su tranquila dignidad ya su fuerza, los Estados Unidos se convirtió en un país mejor y cambiado» y terminando con un solemne «Que Dios te bendiga en tu descanso».

Editada por primera vez en Achtung Baby, el séptimo álbum de la banda, One es una canción sobre la unidad no sólo de la humanidad sino de la propia banda que, a finales de los noventa, justo antes de grabar este disco, pasó por uno de los momentos más complicados de su historia. Las malas críticas recibidas por Rattle and Hum habían generado diferencias de criterio sobre el estilo que debía seguir U2 a partir de ese momento. Larry Mullen y Adam Clayton querían recuperar el sonido de los álbumes anteriores, mientras que Bono y The Edge apostaban por una vía más experimental. Esta falta de entendimiento se prolongó durante semanas hasta el punto de generarles la sensación de que peligraba la continuidad del proyecto común. Pero esta situación se desatascó gracias a One.

Los cuatro miembros de la banda se habían reunido para improvisar sobre unos acordes que The Edge estaba probando. El guitarrista comenzó a hacerlos sonar e inmediatamente el bajo y la batería se le añadieron mientras Bono comenzó a escribir en un papel. Tal y como relató más tarde en la biografía del grupo, las palabras le cayeron del cielo como un regalo y, en poco menos de 20 minutos, ya tenían la canción hecha. El mensaje de aquellos versos recordaban la necesidad que tenemos los humanos, independientemente de las diferencias que nos separan, de contar con la ayuda de los demás para poder seguir adelante. Frases como «We’re one, but we’re not the same» (somos uno, pero no somos lo mismo) describen a la perfección el sentimiento que en ese momento abordaba a los miembros de U2 y cómo entenderlo los ayudó a superar ese momento de debilidad colectiva. Pero la lírica emotiva que desprende todo el tema en torno al concepto global de unidad ha convertido One en todo un himno a la hermandad en el mundo, haciendo que haya sido utilizada en diferentes eventos y campañas solidarias, así como a favor del entendimiento entre los pueblos y los derechos humanos. Un mensaje más que oportuno para homenajear el día de su muerte y en su ciudad a quien fue todo un símbolo de esta creencia universal.

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