STAYIN’ ALIVE
Bee Gees
Se publica el primer número de la revista New York Magazine (1968)
Stayin’ Alive es uno de los temas más populares de los Bee Gees. Fácilmente reconocibles por su característico falsete, los hermanos Barry, Robin y Maurice Gibb fueron todo un icono de la música de la segunda mitad de la década de los setenta. Compusieron la canción en 1977 para la película Saturday Night Fever (Fiebre del sábado noche). El productor de la banda sonora, Robert Stigwood, les encargó algunas piezas para este film en el que John Travolta interpreta a un joven con una vida intrascendente entre semana pero que los fines de semana se convierte en el rey de la pista de una discoteca de Brooklyn.
La elección del local que debía ser acoger las sesiones de baile de la película era un elemento clave y al que Stigwood le dedicó bastante tiempo. Finalmente encontró la inspiración que buscaba entre las páginas de la revista New York. Este semanario dedicado a la cultura, el estilo de vida y la política de Nueva York había sido fundado por por el editor Clay Felker y el ilustrador Milton Glaser como competencia de The New Yorker, la publicación que desde los años veinte lideraba la información referente a la vida social de la ciudad.
En 1976 New York sacó un artículo titulado «Tribal Rites of the New Saturday Night» (Ritos tribales del nuevo sábado noche) sobre la escena de la música disco de los setenta. La pieza estaba firmada por el escritor británico Nick Cohn que, investigando la subcultura de la clase trabajadora americana, fue a parar a la discoteca Odyssey 2001 en el barrio de Bay Ridge de Brooklyn. Las escenas que el autor relató en el reportaje, con todos los personajes que en él aparecían, dieron a Stigwood el escenario, el argumento y los protagonistas que necesitaba para Saturday Night Fever.
No se sabe si los Hermanos Gibb fueron a este local buscando la inspiración para el tema central de la película y que finalmente decidieron titular Stayin’ Alive. Pero lo que sí contaron años más tarde en una entrevista, fue que cuando grabaron el tema decidieron hacerlo con un ritmo acelerado que emulara el corazón humano. Para ello, aprovecharon un momento en que Blue Weaver, el teclista con quien contaron para esta grabación, estaba tumbado en el suelo. Le pusieron unos electrodos en el corazón, los conectaron con la sala de control y pidieron al batería que tocara siguiendo el latido que le llegaba a través de los auriculares. Años más tarde, un equipo de la escuela de medicina de la Universidad de Illinois, sugirió que Stayin’ Alive sería una canción ideal para escuchar mientras se realizan las compresiones en el pecho a alguien que acaba de sufrir un ataque cardíaco. Y es que los 103 latidos por minuto que registra la canción tiene el ritmo perfecto para ayudar a impulsar un corazón parado, ayudando así al individuo a quién se le practica la reanimación a mantenerse vivo.