Los hoteles seguramente son los espacios que más secretos guardan. Y de entre todos, el Chelsea Hotel de Nueva York debe ser uno de los que más historias podría contar.
Construido en 1883 en un imponente edificio victoriano de ladrillos rojos que hasta el 1902 fue el más alto de la ciudad, el Chelsea es un hotel de doce plantas y 250 habitaciones. Está situado en el centro de lo que entonces era el Distrito del Teatro e inicialmente comenzó a operar como una cooperativa privada de apartamentos. Pero las dificultades económicas y el traslado de la actividad artística a la zona de Broadway arruinaron el proyecto y en 1905 fue transformado en hotel. Tras unas décadas de actividad discreta, en 1946 la familia Bard cogió el control del negocio y durante la segunda mitad del siglo lo convirtió en todo un referente de la vida artística y cultural neoyorquina.
El Chelsea Hotel fue el símbolo de toda una época. En su libro de registro figuran nombres legendarios. Andy Warhol, Arthur Miller, David Bowie, Tenesse Williams, Jackson Pollock, Keith Richards, Humphrey Bogart, John Lennon o Edith Piaf son sólo algunos de los huéspedes célebres que se alojaron en él. Entre sus paredes escribían, componían y creaban en un ambiente bohemio donde no faltaban las drogas y el alcohol. Algunos se hospedaban en el Chelsea por unos días. Otros, semanas enteras. E incluso hubo quienes vivieron en el hotel durante años.
Allí fue donde Bob Dylan, además de componer ‘Sad Eyed Lady of the Lowlands’, cogió su apellido artístico. Lo hizo inspirándose en el escritor Dylan Thomas, que vivió en el Chelsea una larga temporada y que ahí acabó muriendo alcoholizado. En una de sus habitaciones Sir Arthur C. Clarke escribió ‘2001: una odisea del espacio’. En otra, Nancy Spungen, la novia de Sid Vicious, líder de los Sex Pistols fue brutalmente apuñalada. Las paredes del hotel fueron también testigo de la noche de sexo que tuvieron Leonard Cohen y Janis Joplin, y que el autor canadiense inmortalizó en la canción ‘Chelsea Hotel Nº2’. Y encerrados en una de sus habitaciones Jim Morrison y la alemana Nico, cantante de la Velvet Underground vivieron largas noches de pasión. Durante la grabación del álbum Electric Ladyland, Jimi Hendrix convirtió el Chelsea en su centro de operaciones. Y a principios de los ochenta el director de cine Adrian Lyne rodó algunas de las escenas más tórridas de 9 semanas y media.
Todo este entramado de historias, además de otras que debieron suceder pero que no han salido a la luz, forjaron su leyenda, hasta que en mayo de 2011 el hotel fue comprado por una promotora inmobiliaria. El primero de agosto de ese año, el nuevo propietario canceló todas las reservas y suspendió la actividad del hotel temporalmente para iniciar una renovación que hoy aún no ha terminado. Así pues, las puertas del Chelsea Hotel por ahora están cerradas pero su recuerdo sigue vivo.